El tratamiento profesional de semillas es una práctica disponible desde hace varios años que consiste en la aplicación controlada de terápicos específicos, principalmente inoculantes, sobre las semillas antes de su siembra. Este proceso se realiza en instalaciones especializadas, garantizando precisión en la dosificación, compatibilidad entre los productos utilizados y una cobertura uniforme que asegura la protección y el potencial productivo desde el inicio del cultivo.
Desde una perspectiva productiva, esta tecnología asegura una emergencia más uniforme y vigorosa, lo que es clave en cultivos como la soja, que enfrenta condiciones desafiantes, como altas temperaturas y radiación durante la emergencia. Además, el hecho de contar con semillas listas para ser sembradas ahorra valioso tiempo al momento de la siembra.
Proceso
El proceso de inoculación exige precisión y cuidado. Las bacterias presentes en los inoculantes son sensibles a las condiciones ambientales, por lo que resulta fundamental utilizar productos de alta calidad que mantengan su viabilidad desde la producción hasta la aplicación. Asimismo, el menor manipuleo brinda beneficios adicionales en términos de seguridad y eficiencia para los sembradores.
Beneficios
El principal beneficio del Tratamiento Profesional de Semillas es que incrementa el coeficiente de logro. Las sojas TPS potencian el alcance de la genética al brindar mayor seguridad en la protección contra insectos de suelos, menores costos de logística, menor densidad de siembra y menos riesgos de daños mecánicos.
Al proteger las semillas contra patógenos y mejorar su vigor, esta tecnología contribuye a un desarrollo más robusto de las plantas, incrementando los rendimientos y la rentabilidad de la campaña.
La capacidad de optimizar la fijación de nitrógeno y la nodulación de las raíces es otro factor clave.
Este proceso garantiza que la planta aproveche al máximo los recursos disponibles, potenciando su desarrollo desde el inicio y generando un impacto positivo en toda la cadena productiva.
¿Cómo lograr buenas prácticas de inoculación?
La inoculación responsable de soja, y de otros cultivos, requiere considerar recomendaciones de buenas prácticas propuestas por Perticari (2020) y resumidas en la Mesa de Nutrición Biológica como las tres elecciones para el manejo adecuado de productos biológicos con microorganismo vivos (inoculantes) para la nutrición vegetal. A saber:
Buena elección del inoculante
- Utilización de cepas específicas y eficientes de Bradyrhizobium japonicum.
- Aporte de suficiente cantidad de bacterias sobre las semillas a tratar.
- Formulación compatible con agroquímicos, otros tratamientos y prácticas culturales o de manejo (Por ejemplo, momento de la siembra con respecto del momento del tratamiento).
Buena ejecución de proceso de aplicación (inoculación)
- Cuidando el mantenimiento de la calidad original de las semillas.
- Dosificación uniforme de los productos aplicados en el tratamiento de las semillas (aditivos, otros).
Buen establecimiento de condiciones de crecimiento de los cultivos
- Manteniendo el vigor de la semilla y la viabilidad de las bacterias (Por ejemplo, ambientes ventilados y con temperaturas de hasta 22 a 25°C).
- Realizar el tratamiento en condiciones favorables de humedad y temperatura para el cuidado de los microorganismos aplicados y promover una rápida germinación, emergencia y crecimiento de las plántulas.
Perfiles de nodulación, la eficiencia simbiótica y la producción de soja
La nodulación espontánea en las plantas de soja es dependiente del número y validad simbiótica de los rizobios naturalizados en ese suelo. Las semillas que son inoculadas correctamente siguiendo las buenas prácticas de inoculación llevan en el tegumento una cantidad similar de rizobios infectivos y efectivos y se expresa con un perfil compacto, mayor tamaño de nódulos y cercano a la raíz principal por consiguiente con expectativas de mayor eficiencia simbiótica (Ishii et al 2009).
En cambio, la siembras sin inoculación de semillas tendrá un perfil de nodulación más laxo y los nódulo más pequeños, numerosos y distribuidos mayormente en raíces laterales con muy bajas expectativas de alta eficiencia. Y finalmente, con la inoculación en el surco de siembra, el perfil de nodulación tiene una situación intermedia de los anteriores.
Conclusión
La inoculación de semillas de soja con Bradyrhizobium japonicum es una práctica clave para sostener y mejorar la productividad del cultivo en la Argentina. Su contribución se integra con otras prácticas de manejo agronómico que, en conjunto, potencian los rendimientos y la sostenibilidad del sistema productivo. Los resultados muestran que en aproximadamente el 80 % de las situaciones evaluadas, la inoculación genera incrementos significativos de producción. En términos relativos, estos aportes explican alrededor del 11 % del rendimiento promedio nacional, lo que representa un impacto de gran magnitud para la economía agrícola.
Las respuestas obtenidas se asocian principalmente con las diferencias de productividad entre sitios de producción, más que con variaciones interanuales o regionales, lo que evidencia la robustez de la práctica frente a condiciones cambiantes de clima y ambiente. Esto refuerza la importancia de mantener la inoculación como una herramienta de base en la producción de soja, no solo por sus beneficios directos en rendimiento, sino también por su rol estratégico en la provisión biológica de nitrógeno y en la reducción de la dependencia de fertilizantes sintéticos.
En este sentido, la inoculación con Bradyrhizobium japonicum no solo mejora la competitividad del cultivo, sino que también contribuye a la sustentabilidad ambiental y económica de la agricultura argentina.