Desde la introducción de la soja resistente a herbicidas en 1996 hasta la potente digitalización de hoy, hubo grandes transformaciones en el agro argentino para ser líder global. Conocé más sobre la revolución agrícola argentina.
En los últimos 25 años, Argentina ha sido epicentro de una verdadera revolución agrícola: genética, biotecnología, maquinaria agrícola, agricultura de precisión y digital, manejo a campo. Todo esto ha formado el combo a partir del cual la producción de granos se multiplicó y volvió a ubicar al país, como a comienzos del siglo pasado, como referencia mundial en la actividad.
“El proceso de adopción acelerada de tecnologías se inició en 1996 con la introducción de la soja tolerante a herbicidas y a partir de entonces ha mostrado una dinámica inédita en otras regiones del mundo”, precisa un reciente informe elaborado por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.
Detalla que “en apenas cuatro campañas la superficie de soja genéticamente modificada (GM) pasó de representar menos del 5% del área sembrada a más del 80%, mientras que en algodón y maíz se registran niveles superiores al 80% con esa tecnología, que se alcanzaron apenas después de 9 y 13 campañas respectivamente”.
“Cuando los productores adoptan una nueva tecnología, lo hacen porque esperan incrementar sus márgenes netos, simplificar procesos, y producir de manera más sustentable”, sostiene el trabajo.
La realidad confirma esa afirmación. En la campaña 2019/2020 los productores argentinos sembraron 26,85 millones de hectáreas de maíz, soja y algodón GM, lo que representa alrededor de dos tercios de la superficie sembrada total de todos los cultivos del país. Así lo indica el informe, confeccionado por Agustín Tejeda Rodríguez, Santiago Rossi, Nicolás Jorge y Eduardo Trigo.
La soja y el maíz como protagonistas de la revolución agrícola argentina
Por un lado, la soja fue la que lideró la revolución, que le permitió a la Argentina ser uno de los tres principales productores mundiales y el mayor procesador de sus derivados (aceite y harina) del planeta. Por otro lado, el maíz ha cobrado más recientemente un protagonismo trascendental, apoyado no solo en la genética y en la biotecnología, sino también en diversas prácticas, manejos y herramientas, entre las cuales la agricultura digital ha tenido un rol estratégico.
El manejo de los híbridos
A lo largo de la última década se registró un fuerte cambio en el manejo de los híbridos. La generación práctica de conocimiento técnico y el desarrollo de nuevos materiales contribuyeron a una disminución del uso de eventos simples a cambio de eventos apilados con diferentes tecnologías, destaca el informe.
Esa mayor inversión que requiere el maíz tuvo su correlato en la decisión de los productores argentinos de apostar también a recursos como los de la agricultura de precisión y digital, que les permitieran asegurar y potenciar los recursos que destinaban a un cultivo que hoy ya es el de mayor volumen de producción del país.
“En la campaña 2019/20, por ejemplo, los eventos apilados con tolerancia a herbicidas y resistencia a insectos representaron el 92% del total de semilla sembrada, mientras que los eventos simples alcanzaron el 7% y la semilla convencional solo el 1%”, detalla el informe.
En el caso del maíz, los híbridos con eventos apilados se adoptan en toda el área agrícola aunque en distintos niveles por región. Estos materiales son elegidos porque combinan eventos tolerantes a herbicidas con eventos con resistencia a insectos, y permiten hacer un mejor abordaje de tales adversidades.
El papel de las nuevas tecnologías en la revolución agrícola
Esa complejidad ha ido avanzando de la mano de herramientas que cada vez más permiten delimitar con precisión los ambientes de un lote, para destinar a él los recursos que corresponden. Ni más ni menos. Una agricultura más eficiente, basada en el conocimiento y en los datos, ha sido el correlato de esos avances.
A su vez, las nuevas tecnologías agrícolas permitieron reducir la cantidad de fitosanitarios aplicados, mejorando enormemente el perfil de sustentabilidad de la agricultura.
Claramente, además de haberles permitido a los productores hacer un uso más eficiente de la tierra y potenciar sus márgenes económicos, el nuevo paquete tecnológico agrícola ha tenido un impacto positivo para el medio ambiente.
Algunos datos son incontrastables y vale la pena tenerlos presentes. En cuanto al uso de combustibles fósiles, “se redujeron emisiones equivalentes al consumo anual de 240.000 autos. En el acumulado del período 1996-2020 se hubieran volcado al ambiente más de 18.000 millones de kilos de carbono, equivalente al consumo anual de 3,9 millones de autos particulares”, grafica el informe. Todo eso se evitó gracias a la evolución tecnológica de la agricultura.
En ese sentido, vale la pena destacar que en el último cuarto de siglo la Argentina se convirtió en referente global sobre reducción de erosión y conservación de suelo. La adopción del paquete tecnológico con la siembra directa redujo 90% la erosión del suelo, 70% la pérdida de agua y 60% el uso de combustibles fósiles. Impactante.
La importancia de los cultivos de servicio
Y en los últimos 10 años, el escenario agrícola ha ido registrando una transición hacia un mejor equilibrio entre gramíneas y oleaginosas, dentro de lo cual los cereales de invierno y el maíz han cobrado protagonismo.
Además, hay otra evolución tecnológica importante que hay que destacar, y en la cual la Argentina también es líder global, que son los cultivos de servicio. Los mismos, se han ganado un lugar dentro de la rotación y de la concepción de una agricultura “siempre verde”, triplicando su área implantada en los últimos cinco años.
Hace 5 años, 4% de los productores utilizaba estos cultivos de cobertura, y hoy ese porcentaje creció al 20%, según los estudios de la Bolsa de Cereales.
Su incorporación ha contribuido a mejorar el ciclo de los recursos (carbono, agua, nutrientes), con menor uso de insumos externos y mayor cobertura de materia orgánica en el suelo.
Claramente, en toda esta evolución la adopción de la agricultura de precisión y la digitalización fueron elementos que le permitieron a la producción de granos moderna ser cada vez más eficiente.
“Su incorporación no sólo ha contribuido a aprovechar todo el potencial de la biología, sino que también a hacer cada vez más efectiva la utilización de la mecanización agrícola, permitiendo optimizar costos y recursos”, observa Fernando Scaramuzza, coordinador nacional del Proyecto de Agricultura de Precisión y Mecanización del INTA.
La difusión de la aplicación variable de insumos
Quizás el último punto importante en la secuencia de transformación de la agricultura sea la aplicación variable de insumos, cada vez más difundida y fácil de realizar gracias a las herramientas de agricultura digital, que permiten que muchos productores hagan una sintonía cada vez más fina de sus modelos agrícolas.
En el caso de FieldView, por ejemplo, la cantidad de hectáreas trabajadas con la plataforma se multiplicó por 6 entre marzo del año pasado y mediados del actual.
Todo esto derivó en un menor uso de insumos, una mayor eficiencia y una reducción del impacto ambiental, lo que ha permitido que la agricultura sea referente mundial.
“Luego de Estados Unidos, Argentina es el país en el que la producción de granos utiliza más la tecnología de dosis variable”, destacó Scaramuzza.
Esta posición de privilegio alcanzada a nivel global tiene en la adopción de la tecnología a su principal razón de ser. La iniciativa pública y privada, conformada por el INTA, universidades, asociaciones técnicas (AAPRESID y CREA, entre otras) y empresas, ha sido y es estratégica.
Hay varios hechos trascendentales que lo demuestran, como:
- Las primeras experiencias con lectura de cultivo NDVI, llevadas a cabo en 1999 por técnicos del INTA Manfredi.
- El desarrollo a partir de 2002 de la industria nacional de alta complejidad, con monitores de siembra VRT (tecnología de distribución variable).
- La consolidación a partir de ese año de la aplicación de fitosanitarios con equipos autopropulsados.
- La generalización del uso del banderillero satelital, las computadoras para aplicar fertilizante líquido.
- Los múltiples desarrollos de agricultura digital.
El proceso se fue consolidando también con la incorporación de los software en pulverizadoras y de las sembradoras, que por supuesto ya contaban con autoguía satelital.
Pero el modelo continúa perfeccionándose. Hay una nueva revolución agrícola que está en marcha y, como dice Scaramuzza, tiene que ver con la gestión de la información, la digitalización y la automatización.
“Cada vez son más las empresas, ya como parte de una vinculación estratégica y gran complementariedad entre ellas, que ofrecen soluciones integrales de la mano de la gestión de la información para la toma de decisiones”, identifica el especialista del INTA. Y dice que, claramente, ese es el camino. ©
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