Conocé cuál es la importancia del monitoreo de cultivos para detectar y combatir las plagas y enfermedades que afectan el rinde del cereal.
La actual campaña maicera no viene siendo sencilla. El monitoreo de cultivos refleja que La Niña dejó su huella en los lotes tempranos, mientras que en las siembras tardías las lluvias recientes permiten tener un desarrollo con algo más de expectativa.
Además de agua y de condiciones climáticas favorables, el maíz va a requerir en el presente ciclo un esfuerzo adicional para mantenerlo alejado de malezas, plagas y enfermedades.
Para llevar a cabo un eficiente seguimiento de su sanidad, expertos del INTA recomiendan recorridas periódicas por los lotes, seguir con atención el desenvolvimiento del clima y tener claro el control de plagas y malezas, además de los umbrales de daño.
Si los niveles de ataques, tanto en enfermedades como en plagas, superan la tolerancia, la decisión de tratamiento debe ser evaluada.
A la hora de usar la lupa sobre el estado de los cultivos, María de la Paz Giménez Pecci, investigadora del Instituto de Patología Vegetal (Ipave) del INTA en Córdoba, aconseja poner el foco en las enfermedades en maíz, principalmente las foliares.
Dentro de esa lista, hay una dupla que requiere de mucha atención: se trata del tizón y la roya.
En el caso de la roya, por alimentarse de tejido vivo de las plantas, que luego se convertirán en grano, la presencia de pústulas en las hojas puede afectar el rendimiento a futuro.
El monitoreo de cultivos, clave en la sanidad
Por su parte, el tizón provoca lesiones que, de no tratarse a tiempo, afectarán también a la productividad del grano.
En un informe de la Asociación Argentina de Productores de Siembra Directa (Aapresid), Giménez Pecci sugiere también llevar a cabo una exhaustiva tarea de monitoreo de cultivos a campo, sobre todo cuando en el ambiente la humedad relativa supere el 80%. Identificada la sintomatología de la enfermedad, el seguimiento a campo deberá ser más exhaustivo para ver cómo es su evolución. Cuando su presencia sea mayor al umbral de tolerancia, se deberá evaluar la necesidad de llevar a cabo un control químico.
Ataques de hongos, como fusarium, aspergillus o penicillium, también podrían observarse en el maíz durante su estado de desarrollo. Sus efectos adversos provocan el vuelco y el quebrado de la planta, con la consecuencia negativa de afectar su cosecha.
El carbón de la espiga (Sporisorium reilianum) también debe estar dentro de las tareas de seguimiento. Según un trabajo del INTA, es más posible que se presente cuando el clima es húmedo y lluvioso.
En insectos, el monitoreo de plagas en maíz debe focalizarse en la búsqueda de cogollero del maíz (Spodoptera frugiperda). El umbral para la realización de tratamiento químicos es a partir de un 20% de plantas con daño grado 3 en la escala Davis.
La biotecnología, aliada del monitoreo de cultivos
Históricamente, el control del gusano cogollero se realizaba con aplicación de insecticidas. Sin embargo, la eficiencia del tratamiento depende del comportamiento de las larvas, muchas de las cuales pueden estar protegidas dentro del cogollo de la planta.
El control se hizo mucho más eficiente a partir de 1996, cuando comenzó la introducción de la biotecnología con los híbridos con evento BT.
Esta tecnología de precisión genética requiere, no obstante, de la siembra de refugios con maíz sin el gen resistente, como espacio para individuos susceptibles y demorar así la resistencia.
Esta práctica implica sembrar un bloque (con maíz no BT) correspondiente al 10% de la superficie total del lote. La sugerencia es no hacer más de dos aplicaciones con productos no persistentes para que el refugio pueda cumplir su función.
De su adecuada confección y del monitoreo de cultivos dependerá que la tecnología tenga más vida útil para los productores. ©