Es un programa de Bayer que se apoya en una agricultura más intensiva y digital. Lo explica su líder en Argentina, el experto Pablo Leguizamón.
Se puede hacer una agricultura sustentable y, al mismo tiempo, rentable. Son dos cosas que van de la mano y el programa Pro Carbono, de Bayer, así lo demuestra. Se trata de una iniciativa en la cual la digitalización y FieldView juegan un rol clave.
El ingeniero Pablo Leguizamón es el líder del programa y cuenta que Pro Carbono “es una gran apuesta de la compañía”.
“Queremos enfocarnos a fondo en la productividad y sustentabilidad. Y también que hacerlo sea, para los productores, un buen negocio. Existe técnica y agronómicamente esa posibilidad”, dice el especialista.
Una de las claves para lograrlo es que la agricultura sea más intensiva y, de esa manera, pueda capturar carbono.
En el caso de Bayer, es una iniciativa global que arrancó en Brasil y Estados Unidos, luego siguió en la Argentina (donde ya cumplió un año) y más recientemente comenzó también en Europa.
“El gran propósito que tenemos es ser un agente de cambio para ayudar al productor a que tenga cada vez más productividad y sustentabilidad y pueda conectarse con las potenciales demandas del mercado de carbono”, explica Leguizamón.
Lo primero que buscó el programa es mostrar su consistencia técnica, para lo cual hubo que desarrollar ensayos que demostraran que se puede capturar carbono en geografías productivas diferentes.
“Hace 10 años que tenemos ensayos de larga duración de sistemas intensificados en nuestro campo experimental de Pergamino, y desde allí los llevamos hacia otras regiones del país”, cuenta el ingeniero.
En ese camino trabajan junto a prestigiosas universidades y organismos, como la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA) o el INTA, por ejemplo, en equipos que incluyen a expertos en la dinámica de carbono en el suelo, cultivos de servicios y hasta modelos matemáticos de procesamiento de datos agronómicos.
“El objetivo es fortalecer cada vez más la consistencia técnica del programa”, resume Leguizamón.
Cuentan también con consultores técnicos externos, quienes trabajan junto a los productores en las recomendaciones específicas que cada situación productiva requiere. Hay 21 referentes de este tipo en el país, entre los que están, por ejemplo, Guillermo Divito en el sur de Buenos Aires o Luis Verri en Río Cuarto, Córdoba.
“Es un ida y vuelta de conocimiento entre todos, para generar este ecosistema productivo sustentable y rentable”, resume.
En ese ecosistema participan otras empresas, cada una con un rol específico. Por ejemplo, está PUMA, una startup argentina, nacida en Mar del Plata, que hace cálculos sobre la huella de carbono que genera un planteo agrícola en base a todas las labores y productos que se van a hacer sobre un lote.
Pero no solo se trata de medir, sino también de poder tener una trazabilidad de lo que se hace allí, para poder demostrarlo.
Ahí es donde FieldView también juega un rol fundamental, particularmente por el aporte que hacen las capas de siembra y cosecha que se registran en la plataforma, que aportan muchos datos agronómicos de productividad.
Además, el registro en FieldView de las pulverizaciones permite también mostrar que el productor hizo el trabajo tal cual se le recomendó, en función de los protocolos establecidos en el marco de Pro Carbono.
El programa, hoy en Argentina
Actualmente, 162 productores participan del programa en la Argentina. “Estamos trabajando para que tengan una experiencia personalizada, pero iremos creciendo en los próximos meses”, adelantó su líder.
Para sumarse, el productor debe firmar su adhesión y marcar en FieldView el lote que va a utilizar. Luego se lleva a cabo una validación socio-ambiental, responsabilidad de la empresa Agrotools.
Esa compañía analiza una gran cantidad de bases de datos para chequear diversos parámetros, entre ellos que el lote en cuestión no haya sufrido deforestación en los últimos ocho años y que cumpla con las normativas vigentes de la localidad.
Una vez finalizada esa validación, se le asigna al productor uno de los consultores Pro Carbono, para comenzar a diagramar el plan de trabajo, que tiene una duración de tres años.
Para comenzar, se toman muestras de suelo y al final de los tres años se vuelven a muestrear los mismos puntos, para comprobar cuál fue la evolución del carbono allí.
Con la información de inicio, el consultor hace un diagnóstico del lote, tomando también los datos históricos que aporta el productor y los que se recogen desde FieldView y otras herramientas. “A partir de allí se hace una propuesta de manejo intensificado para el lote para los siguientes tres años”, cuenta Leguizamón.
En ese camino, el trabajo tiene dos partes.
Primero, la intensificación de las prácticas sustentables, como la siembra directa, la rotación de cultivos o la incorporación de cultivos de cobertura que aportan biomasa al suelo.
En segundo lugar, la adopción de los impulsores de productividad, como la genética y biotecnología de alto rendimiento.
Luego viene la optimización del uso de los fertilizantes, particularmente el nitrógeno, aspecto en el que se trabaja con la herramienta N-Smart desarrollada por especialistas de Bayer y que tiene gran impacto.
Así, la determinación de la densidad y la fertilización apropiada para cada ambiente es fundamental para que la productividad se eleve a un nuevo nivel. Y allí otra vez FieldView es clave, entre otras, con su herramienta de Prescripciones.
Finalmente, todos los procesos vinculados a la protección de cultivos también juegan un rol muy importante, y se llevan a cabo con las mejores tecnologías de productos, de aplicación y registración.
“Hoy estamos finalizando el primer año del programa Pro Carbono en Argentina, con lo cual estamos en la fase de implementación de muchos planes de trabajo con los productores, que esperamos que logren no solo mayor rentabilidad, sino mayor estabilidad en la productividad de sus lotes”, resume Leguizamón.
A la hora de ver la monetización de esas mejoras, el especialista cuenta que lanzaron recientemente el Bayer Green Credit, que va a permitir que los clientes que participen tengan una tasa preferencial para comprar insumos si están llevando a cabo las prácticas sustentables recomendadas.
La experiencia internacional
En Chile, por ejemplo, Bayer ya tiene un acuerdo con Nestlé, con el objetivo de disminuir la huella de carbono en la producción de leche.
“Estamos trabajando en varias ideas de este tipo, tanto en la industria alimenticia como en otros sectores”, explica Leguizámón.
El cambio climático es uno de los grandes enemigos de la agricultura, ya que genera sequías e inundaciones, por ejemplo. Producir cuidando cada vez más el ambiente tendrá un efecto positivo sobre ese cambio climático que termina afectando al productor.
La FAO (el organismo de las Naciones Unidas para la alimentación) dice que la agricultura puede eliminar de la atmósfera el 25% de los gases de efecto invernadero que se emitieron en los últimos 25 años.
“Claramente, la agricultura posee la capacidad de ser parte fundamental de la solución”, afirma el especialista de Bayer.
Lo que viene en Argentina
En la Argentina, los productores suelen trabajar muy bien en muchos de estos aspectos, por lo cual el piso para el arranque en el programa ya está en niveles elevados, a diferencia de lo que sucede en otros países, donde las prácticas sustentables no están tan difundidas.
Para conocer más sobre el programa, en los próximos meses se llevarán a cabo 9 jornadas a campo denominadas Conexión Pro Carbono. Hasta diciembre habrá 5 de ellas, la primera el 26 de octubre en Pergamino.
Será en el campo de la familia Testa, que forma parte de otro programa de la compañía, denominado Bayer Forward Farming, que muestra cómo serán las prácticas agrícolas del futuro.
Luego seguirán jornadas en América y Tandil, en Buenos Aires, y en Bengolea y Camilo Aldao, en Córdoba. Más adelante, en febrero y marzo, continuarán las jornadas en el norte del país.
Pro Carbono ya está en marcha en la Argentina. Y la agricultura digital es clave en el programa, con FieldView en un lugar central. El objetivo es que cada vez más productores se sumen a una agricultura productiva, estable, rentable y sustentable.