El equipo de Bioterra, en Tres Arroyos, enfrenta al rye grass delimitando los manchones con FieldView. Luego, arma una prescripción de pulverización. La revolución de las aplicaciones dirigidas.
La tecnología agrícola permite cada vez más aunar dos temas centrales hoy para los productores agropecuarios: ser más productivos y, al mismo tiempo, más sustentables. Así lo demuestra el caso de la empresa Bioterra, que desde Tres Arroyos, en el sur de la provincia de Buenos Aires, está cambiando el paradigma de manejo de malezas que había en la zona.
Allí, el rye grass resistente a glifosato y nabolsa son dos grandes problemas que desde Bioterra decidieron enfrentar con un proceso claro y eficiente: primero, identifican los manchones en los lotes utilizando las imágenes satelitales de FieldView y luego arman una prescripción de pulverización con los productos apropiados para resolver el problema.
Así, pueden hacer aplicaciones dirigidas sobre el sitio específico que es necesario, lo cual genera un importante ahorro de producto, porque no se aplica en todo el lote sino solo donde hace falta y, por el mismo motivo, brinda mayor seguridad sobre la efectividad del control.
Al mismo tiempo, este uso de herramientas digitales para la agricultura de precisión facilita la tarea del contratista de la aplicación y, desde ya, genera un amplio beneficio para el medio ambiente, por una menor aplicación de agroquímicos.
Matías Fik, Matías Eggly y Federico Rodera son los tres responsables técnicos de la firma, quienes valoran mucho el trabajo eficaz que lograron en este ciclo durante el barbecho previo a la siembra de los cereales de invierno.
“Habitualmente, lo que hacíamos era tener identificados los manchones de malezas del lote en una hoja de papel. Entonces, hacíamos una aplicación en cobertura total y luego le dábamos al aplicador ese papel para que haga un repaso de la aplicación”, cuentan los técnicos.
Esto fue lo que cambió gracias a las prescripciones de FieldView, que hicieron posible para ellos una agricultura automatizada.
La plataforma de tecnología agrícola está instalada en tres pulverizadores: dos son máquinas propias y la tercera de un contratista. “La máquina del contratista es la que más seguimos, porque podemos ver el trabajo que hace en cada uno de los campos”, comentan.
Y ya desde la primera campaña observaron los beneficios que les aportó este salto a la agricultura digital.
“De entrada, lo que conseguimos es disminuir el error del aplicador. Nosotros hacemos primero una observación digital, luego confirmamos esos datos en el campo y en tercer término le entregamos un documento digital al aplicador para que haga correctamente el trabajo. Así, tiene una dimensión certera, hasta en metros cuadrados, del tamaño de cada manchón de malezas”, afirman.
La agricultura de precisión también les permitió -agregan- determinar la cantidad de producto fitosanitario exacto que hace falta para el tratamiento del problema.
En cuanto a los productores, para la estrategia de manejo del raigrás hicieron una aplicación temprana de glifosato más un herbicida hormonal, y luego una reaplicación con un graminicida. Pero todo con dosis precisas, en función del problema exacto que se había determinado.
“Conseguimos un ahorro sustancial de herbicidas. En uno de los casos testigo que tenemos, en un lote de 180 hectáreas, gracias a FieldView, solo terminamos aplicando el equivalente a 60 hectáreas en el segundo tratamiento”, detallan.
Así, con el uso de software para la agricultura de precisión logran ahorros múltiples: en cantidad de producto, en tiempo de uso de la máquina (cerca de 60% menos), en horas-hombre… en definitiva, en el costo de producción del cultivo. Y todo eso, claramente, significa un enorme beneficio para el medio ambiente.
En la principal y tradicional zona triguera argentina, el sudeste bonaerense, ahora también trabajan por la defensa del rinde en cada metro cuadrado. Y la agricultura digital es un socio estratégico en ese desafiante camino.
