A partir de la investigación y el desarrollo, los equipos de siembra ganaron en eficiencia y así surgen las sembradoras de precisión. La digitalización, que permite tomar decisiones por ambientes, es parte de su revolución.
Con la adopción del paquete de la siembra directa, las sembradoras se convirtieron en los últimos 25 años en un aliado estratégico de la producción de granos. De su eficiencia en los lotes depende que el potencial genético concentrado en la semilla tenga la primera chance de manifestarse: en el lugar indicado y a la profundidad justa.
Desde las primeras sembradoras adaptadas a la labranza cero a los modelos actuales, es mucha la investigación y desarrollo que las fábricas argentinas llevaron a cabo.
A tal punto que los sistemas mecánicos y de cadenas que hacían funcionar a los trenes de siembra han dado paso en los últimos cinco años a una tendencia que parece irreversible: la incorporación de motores eléctricos para comandar los sistemas de dosificación de insumos.
Un informe del INTA de 2018 ya preveía este escenario. “Los fabricantes que en 2020 no ofrezcan una sembradora con tren cinemático que muevan los distribuidores en forma eléctrica guiados por software de funcionamiento inteligente, posiblemente quedarán fuera del mercado”, decía el trabajo.
El rol de la electrónica en las sembradoras de precisión
Además de apuntar a una labor más precisa, la nueva concepción en sembradoras busca reducir la cantidad de piezas móviles, como trenes cinemáticos, ruedas de mando, engranajes y cadenas. Esto, con el objetivo de lograr una mayor vida útil de los diferentes componentes que conforman la máquina, sostiene un informe del INTA. El informe fue elaborado por Diego Villarroel y Fernando Scaramuzza, del equipo de Agricultura de Precisión de la estación experimental de Manfredi (Córdoba), que también contó con la colaboración de Ricardo Melchiori, de la experimental de Paraná (Entre Ríos).
Junto a una mayor velocidad de siembra, que en algunos modelos y en determinados ambientes puede llegar a 14 kilómetros por hora, la incorporación de los motores eléctricos también ha contribuido a mejorar la eficiencia en la implantación.
Los impulsores, que ya vienen de fabricación nacional, permiten:
- Accionar de manera instantánea los sistemas de cortes de cada uno de los cuerpos de siembra de la máquina, lo que se denomina dosis variable (DV).
- Mejorar la distribución de la semilla.
- Poner en funcionamiento sistemas estabilizadores de carga para lograr una correcta uniformidad en la profundidad de la siembra.
En este rubro se observa la participación de muchas empresas nacionales, con tecnología de alta calidad desarrollada en el país. Sin embargo, también se observa una gran inclusión en el mercado adaptando a sembradoras que salen equipadas desde fábrica, como así también aquellas que son modificadas.
En este sentido, por ejemplo, la incorporación de sistemas de corte por tramo o cuerpo a cuerpo ha sido significativa en los últimos seis años. Según datos del INTA, su adopción creció más de tres veces entre 2015 y 2019, con una proyección a seguir incorporando esta tecnología durante los próximos años.
“Esta digitalización de la siembra tiene que ver con un paquete tecnológico que incluye la eficiencia de la siembra y la efectividad de cada uno de los componentes de una sembradora. El propósito es ser más eficientes con el uso de los insumos y poder realizar una implantación variable en función de la caracterización realizada a partir de un análisis de la variabilidad de los lotes”, destacan Villarroel, Scaramuzza y Melchiori.
La incorporación de tecnología de precisión en las sembradoras es un objetivo que ya persiguen casi la totalidad de las fábricas argentinas. La tecnología contribuye a minimizar las fallas en la siembra por una mala regulación y a preservar la ecuación económica de los cultivos, en especial del maíz.
Su versatilidad para sembrar granos finos y gruesos a diferentes distancias también es parte de la tendencia de innovación y desarrollo que ofrecen los modelos. Para ello, el cuerpo de siembra está colocado para distancias entre líneas de 35, 38, 42, 52,5 y 70 centímetros y en algunas tienen una línea desmontable para sembrar trigo-soja a 17,5, 19, 21 y 26 centímetros.
Desde el INTA observan que el acortamiento de hileras en soja de 42 centímetros puede ser que difunda la siembra a esa misma distancia para el maíz, el girasol y el sorgo granífero. Y también el trigo a 21 centímetros.
De cara al futuro, el desarrollo de las sembradoras ofrecerá más capítulos. Las líneas apuntan a máquinas con trenes de siembra asistidos por amortiguadores hidroneumáticos, o bien cilindros hidráulicos con pulmones de hidrógeno, además de la regulación inteligente de la carga por medio de ruedas copiadoras con sensores dinámicos de medición de carga.
Todo esto sucede en el marco de una digitalización creciente de todos los procesos vinculados a la agricultura, en el que, por supuesto, la siembra es uno de los más importantes, pero no el único. Es una revolución relevante, pero que sigue creciendo, y la Argentina, como en muchos otros aspectos del negocio agrícola, está a la vanguardia mundial. ©
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