La investigación genética aporta enorme cantidad de datos y lo mismo pasa con el desarrollo de los híbridos a campo. La digitalización es clave para procesarlos y tomar decisiones.
El maíz ha venido creciendo fuerte en los últimos años. No sólo en superficie sembrada, sino también en rendimientos. ¿Y a qué se debe esto? A una conjunción de avances importantes en la tecnología aplicada al cultivo y, además, a un manejo cada vez más preciso por parte de los productores.
Expansión del maíz en la Argentina
Veamos un poco, en primera instancia, algunos números de esa evolución. De los 3 millones de hectáreas sembradas en el ciclo 2013/2014, se pasó a los más de 7 millones que se implantarán en esta campaña en la Argentina, según los números de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.
¿Cuáles son las claves de esa expansión y qué puede pasar en el futuro? Lo analizamos con dos especialistas: Alejandro Diez, líder de Prácticas Agronómicas de Maíz de Bayer para Latinoamérica, y Agustín Martellotto, responsable del Área de Desarrollo de Mercado de Maíz para la misma región dentro de la compañía.
Diez introduce diciendo que “en la actualidad el manejo del maíz requiere considerar una gran cantidad de datos, como la información disponible sobre genética y ambientes, y en ese proceso se necesita procesar e interpretar mucha información”.
Así, indica que contar con plataformas que evalúan todos esos datos y brinden prescripciones automáticas de trabajo, ya sean de siembra o de fertilización, resulta un gran avance.
Diez lo dice con mucho conocimiento de causa. Entre sus funciones, el especialista tiene la responsabilidad de llevar adelante los ensayos a partir de los cuales se generan las recomendaciones de las mejores prácticas agronómicas para cada híbrido específico, por ejemplo la densidad, o la incorporación de nitrógeno y el aprovechamiento del agua, entre otras variables.
En parte gracias a los datos que se fueron obteniendo en el trabajo conjunto que hacen con muchos productores para ir probando tecnologías, han logrado una gran evolución en el maíz, que entre otras cosas ganó mucho terreno en regiones alejadas de la zona núcleo, por ejemplo.
“Manejo y tecnología han permitido que el cultivo pueda migrar de los clásicos planteos tempranos de zonas núcleo a regiones más marginales con modelos de implantación tardía”, describe Martellotto.
Esta nueva distribución geográfica plantea también nuevos desafíos, como por ejemplo estabilizar los rendimientos en esos nuevos ambientes.
Según Diez, a medida que se amplía la superficie maicera también lo hace la complejidad de los escenarios productivos, y es ahí donde las empresas proveedoras de tecnología agrícola deben aportar nuevas soluciones, más integrales.
“Ya no puede pensarse en un cultivo sólo, en un año determinado, sino que es parte de un sistema continuo y vivo, que necesita permanente atención para que todas las variables lleven al objetivo que se quiere lograr con esa rotación”, apunta Martellotto.
Recomendaciones por ambientes
En ese camino de cambios, quedó atrás la clásica recomendación de híbridos por regiones, ahora superada por una recomendación para ambientes específicos, incluso con diferencias dentro de los mismos lotes.
“Lo que finalmente debemos hacer son recomendaciones híbrido específicas, pero para cada ambiente, por supuesto a partir de un porfolio de productos completo que conocemos en profundidad”, destaca Diez.
Para el productor que toma las decisiones al hacer maíz, todo eso requiere analizar muchas más variables. No es solo el análisis del germoplasma y la biotecnología, de acuerdo a sus necesidades y particularidades geográficas, sino que también deben tenerse en cuenta otros ejes importantes como los ambientes específicos, las fechas de siembra y varias prácticas de manejo.
“Nos estamos moviendo de prácticas acotadas a germoplasmas específicos, con fertilización fija, a manejos diferenciales de acuerdo a cada necesidad. Antes hablábamos solo de germoplasma adaptado a la zona, mientras que ahora consolidamos una propuesta de solución integral para cada ambiente y caso particular”, destaca Diez.
En esa línea se inscribe la idea de Bayer (que incluye a sus marcas de maíz -Dekalb y la Tijereta- como a su amplia paleta de productos para la protección de cultivos) de brindar soluciones integrales que exceden largamente a la genética y que, por supuesto, sumen también el gran aporte que constituye FieldView en materia de agricultura digital.
Ante un manejo cada vez más complejo y con la necesidad de procesar cada vez más datos, la digitalización es clave para tomar cada vez mejores decisiones.
En ese contexto, Diez no duda en afirmar que el aporte de FieldView es clave para que el productor pueda implementar en el lote, con la mayor simpleza posible, las recomendaciones que brinda la empresa. “No solo hay que generar información, sino permitir que el productor la pueda aprovechar. Por eso una plataforma como esta tiene un rol tan importante”, agregó.
Como se dijo, un ejemplo de un escenario diferente del que existía hace algunos años es el de la generalización de las siembras tardías, que ya representa el 50% o más de la superficie de maíz de la Argentina.
“Su crecimiento implica nuevos desafíos. Si bien permite más seguridad desde el punto de vista productivo, subiendo el piso de rendimiento pero bajando el techo, significa también un nuevo escenario para el germoplasma, que interactúa de manera diferente con el resto de las variables”, destaca el responsable de las prácticas agronómicas de maíz de Bayer. Y agrega que “es ahí donde las soluciones integrales, incluyendo la digitalización, vuelven a aportar un gran valor”,.
La diversidad de escenarios hace que el manejo del maíz hoy sea más desafiante que antes, reconoce Martellotto.
“La agricultura de precisión permitió hacer ajustes de manejo sitio específicos, que si bien no son una práctica muy difundida, son cada vez más comunes para los productores que hacen siembra variable, que ahora van también por un manejo variable de otras prácticas”, relató.
Por ejemplo, indicó que eso sucede con las refertilizaciones, que ya no se hacen más con “recetas sábana”, sino que se pueden llevar a cabo en base a imágenes y en función también de las características de cada híbrido. Así, se puede llegar a un ajuste de nutrientes específico para cada caso.
Todas estas transformaciones modifican hasta la manera de elaborar los portfolios comerciales. Antes, los catálogos de semilla eran fijos y ahora se han convertido en plataformas digitales en las cuales los interesados pueden ingresar sus propias variables para sacar sus propias conclusiones.
“Las recomendaciones tienen que tener mayor variabilidad y dinamismo y eso es imposible sin la digitalización”, dice Martellotto.
Más allá de los cambios en el manejo, y como parte de un todo, el germoplasma y la biotecnología seguirán siendo partes indivisibles de un kit que permitirá seguir resolviendo cuestiones vinculadas con el manejo de insectos y de enfermedades.
Para eso, tanto Diez como Martellotto coinciden en la necesidad de cuidar la sustentabilidad de las tecnologías, por ejemplo con la realización correcta de los refugios cuando se siembran materiales Bt. “Todo esto también es más fácil con la digitalización”, coinciden.
Hoy, con el maíz convertido en el cultivo que mayor volumen de cosecha genera en el país, advertir las posibilidades que brindan las nuevas tecnologías para seguir creciendo será determinante para los productores. Quien las adopte, tendrá, claramente, acceso a un mundo mucho mayor de oportunidades de seguir creciendo con el cereal. ©
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